El grupo político que fundó el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle está de regreso, pero transmutado en Morena.
Los operadores políticos del ex mandatario, quien paradójicamente falleció a finales del 2018, en un accidente aéreo junto con su esposa, la entonces recién ungida gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, ahora están del lado de todos aquellos que tomaron el M&M el fatídico 4 de julio del 2018, los morenistas que a golpes irrumpieron al inmueble ubicado sobre bulevar Atlixco y san José Vista Hermosa.
Irónicamente, todos estos que el 25 de diciembre de 2018 lloraban por la muerte de Martha y llamaban a gritos “asesinos”, “asesinos” al gobierno de López Obrador y a su enviada la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, hoy se disfrazan de “morenistas”, para apoyar al candidato de este partido a la alcaldía de Puebla, el empresario, José Chedraui Budib.
Para ser aún más trágica la traición a la memoria de Martha Erika Alonso y de Rafael Moreno Valle, cabe señalar que, el dizque presidente del Comité Estatal del PAN, el entonces dirigente estatal del albiazul, ese 4 de julio del 2018, cuando los “morenistas” furibundos tomaron las instalaciones del M&M para reclamar que en ese lugar se encontraba la “mapachera” de Martha, era Jesús Giles Carmona, el títere que la entonces secretaria general había puesto en el cargo, cuando en realidad era ella quien tomaba las decisiones.
Hoy, Giles dice que él y un grupo de dizque panistas deja el PAN porque el candidato de este partido a la alcaldía de Puebla, Mario Riestra ha traicionado al albiazul “sic” y recontra “sic”.
La verdad es que los traidores siempre han sido los morenovallistas que se quedaron huérfanos, tras la muerte de Rafael y se la han pasado buscando un nuevo amo.
El 1 de noviembre de ese mismo 2018, en plena incertidumbre por saber si el triunfo de Martha Erika Alonso, sería avalado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, terminó el periodo de Jesús Giles, al frente del Comité Estatal del PAN, Martha Erika Alonso, le había ofrecido la dirigencia a su consentido, el ex secretario de Salud y ex diputado local, Jorge Aguilar Chedraui, pero este rechazó la propuesta y a su vez recomendó que el cargo recayera en su recomendada, la entonces ex diputada federal, Genoveva Huerta Villegas, a quien Jorge y Patricia Leal habían apoyado para ganar la curul en san Lázaro en el 2015, representando el distrito 9 con cabecera en la ciudad de Puebla.
Huerta Villegas no se imaginó nunca en ese momento que se acababa de sacar la lotería, porque 44 días después, Martha y Rafael iban a fallecer, luego de que el helicóptero en el que viajaban a la ciudad de México y el cual partió de la casa del empresario, José Chedraui, cayó en unos terrenos de cultivo en la zona de Cuautlancingo, perdiendo la vida la entonces gobernadora y su esposo, el senador panista.
Genoveva se quedó sola con la responsabilidad de sacar adelante al albiazul, mientras los principales operadores morenovallistas huían de Puebla, ante la persecución “barbosista”, la cual comenzó durante el interinato del gobernador, Guillermo Pacheco Pulido, encabezada por un viejo conocido de Martha y Rafael, su entonces cuñado, Fernando Manzanilla, quien ocupó durante esos seis meses la cartera de todopoderoso “secretario de Gobernación” y que continuó durante el primer año de la gestión de Miguel Barbosa.
Para evitar una persecución en su contra por haber sido parte de la estructura “maya”, la cual operó a favor de Martha Erika Alonso en el 2018 en contra de Barbosa, Huerta Villegas, se entregó a Manzanilla, quien tomó las riendas del albiazul a través de un personaje que en ese entonces trabajaba a sus órdenes en gobernación, Eduardo Alcántara, quien comenzó a tomar todas las decisiones al interior del albiazul durante el aciago 2019 y 2020, los años de la pandemia.
Los negocios entre Huerta Villegas y Alcántara unieron más a este grupúsculo, cuya ambición secreta era hacer a Manzanilla, candidato del PAN a la presidencia municipal de Puebla y luego, gobernador del estado.
Para ese entonces, ya Jesús Giles formaba parte del grupo, a pesar de haber sido denunciado por el entonces gobernador Barbosa, de haber gestionado un título profesional falso.
En 2021 y a pesar de contar con todo el apoyo de Manzanilla, quien, desde gobernación, impulsó las denuncias judiciales en contra del ex director del Conalep, Jesús Zaldívar Benavides para sacarlo del mapa, Chucho se impuso a Alcántara en la lucha por el comité municipal del PAN en Puebla capital, lo que catapultó a sus aliados, Mario Riestra y el ex alcalde capitalino, Eduardo Rivera Pérez.
Desde ese momento quedó claro que el nuevo jefe político del albiazul, era el grupo del ex edil capitalino, quien estaba de regreso y se perfilaba para ser el candidato del albiazul a la presidencia municipal de Puebla.
Para la desgracia del grupúsculo de la auto nombrada jefa Geno y de Alcántar, quien más tarde incurrió en violencia política de género y también tiene una denuncia por acoso sexual, para todas aquellas buenas conciencias que ahora reviven expedientes, el gobernador Barbosa, descubrió la operación encubierta de Manzanilla y su dizque operador, Francisco Ramos Montaño y los echó de gobernación, ambos se fueron a refugiar con Nacho Mier y ahora están con Alejandro Armenta, ¡Vaya congruencia de estos personajes!
A pesar de todos los reveses sufridos, Huerta y Alcántara no se conformaban e idearon sumar a otros traidores del albiazul para impulsar la candidatura del entonces presidente del Comité Municipal del PRI, José Chedraui Budib a la presidencia municipal de Puebla, por el tricolor, el albiazul y el PRD, misma que finalmente tras un acuerdo con Marko Cortés, recayó en Eduardo Rivera, quien derrotó en la elección de ese año a la entonces alcaldesa con licencia y candidata de Morena, Claudia Rivera.
Hoy este grupúsculo se ha quitado de nueva cuenta la máscara, quieren recuperar las siglas del PAN, para volver a vender candidaturas, cursos de capacitación a mujeres y pedir favores sexuales.
Habrá que ver, cuánto le van a aportar ahora a sus aliados. Las bodas de odio, van viento en popa.