Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez, en un debate anunciado

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Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Maynez se vieron de frente en un debate organizado por el INE.

Los debates forman parte de las prácticas de las sociedades democráticas, televisadas, y hoy, inmersas en las redes sociales.

Para los equipos de ambas candidatas, lo más relevante fue el debate y luego ganar el posdebate.

El posdebate es la percepción de que alguien “ganó” el debate.

Todos los tuits, videos, mensajes, primeras planas, notas, comentarios, etcétera abundan este lunes en la narrativa del posdebate.

A priori, cada equipo se sabe ganador del debate.

¿Qué otro sentido tiene el debate sino festejar el triunfo en el debate?

¿Qué otro sentido tiene el debate sino exponer al otro o a la otra en su versión más débil?

Las estrategias para ambas candidatas fueron muy sencillas.

Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, le apostó al conocimiento y a la experiencia de gobierno.

Sus mensajes buscaron colocar en el auditorio la percepción de la claridad, la precisión, en suma, que es una mujer capacitada para gobernar el país, la doceava economía mundial.

Además, Sheinbaum fundamentó su participación en la base obradorista y en la gente que respalda la Cuarta Transformación.

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Xóchitl Gálvez intentó posicionar la “guerra de lodo” o “campaña de contraste” en contra de la candidata de la Cuarta Transformación.

Gálvez acudió a etiquetar a Claudia Sheinbaum como una “mujer fría”, “gélida. Buscó sembrar en el auditorio la idea de que Sheinbaum es una “mujer desalmada”.

La candidata de la coalición PRI-PAN-PRD intentó posicionar las “fallas” de la Cuarta Transformación y magnificarlas.

Eso ha sido una constante en la campaña de Xóchitl Gálvez.

Pero la tarea de Gálvez en el debate no cumplió su objetivo.

La apuesta de Gálvez fue la de sus mercadólogos y publicistas.  

Jorge Álvarez Maynez de Movimiento Ciudadano tuvo un desempeño honroso, pero le faltó mostrarse más orgánico. Jugó el papel que tuvo Quadri en el debate del 2018.

Intentó confrontar a las dos candidatas, y aprovechó el tiempo para colocar algunas propuestas.

  1. El debate mostró que la agenda política en México se mueve del centro a la izquierda. Las tres candidatas/os movilizaron sus propuestas hacia la izquierda, el Estado de Bienestar, los programas sociales y la agenda LGBTIQ+. Aunque la candidata Xóchitl Gálvez mostró su predilección por los programas de privatización de la educación y de la salud, con sus bonos para medicinas.
  2. El debate exhibió la necesidad de la preparación y la experiencia, la cual no se improvisa.
  3. Los debates con un formato ágil requieren buenos moderadores y periodistas. Los lectores de noticias, como los de los grandes medios, no están acostumbrados a los formatos exigentes.
  4. Estos debates serían inimaginables cuando el PRI era un partido de Estado.
  5. La gente sí ve los debates, los observa, se informa en ellos y son elementos de decisión para los votantes indecisos

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A la distancia, parece que la decisión de la alianza opositora de no postular a Beatriz Paredes Rangel ha sido su mayor falla.

Beatriz Paredes, una socialdemócrata con posiciones de izquierda, integrante de la vieja elite priista, tenía mayor comprensión y manejo político de una campaña, en la que la oposición lleva tanta desventaja. Paredes Rangel, al menos, podría tutear políticamente a la candidata de la Cuarta Transformación, Claudia Sheinbaum.

Claudia Sheinbaum ha logrado colocar en el mensaje para los electores algo tan sencillo, como sus 100 propuestas de campañas

Las posiciones de Gálvez son una amalgama de propuestas, y han evitado caer en las posiciones del extremismo neoliberal, aunque tiene su propuesta tiene guiños privatizadores.

Hasta el momento, al menos en las propuestas, la campaña se ha movido en torno a las propuestas de la izquierda, del progresismo y de ciertos aspectos sociales. 

Las y los candidatos se disputan el espacio político creado por la izquierda de Andrés Manuel.

La candidata de la derecha intenta ganarse una parte del electorado de Andrés Manuel señalando que ella también está a favor de los programas sociales.

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El posdebate está lejos de modificar tendencias.

Pero el periódico El País en una Encuesta Flash le dio el triunfo en el debate por 46% a Claudia Sheinbaum y un 25% de las personas que vieron el debate consideraron mejor el desempeño de Xóchitl Gálvez.

Poco a poco, Claudia Sheinbaum va construyendo la imagen de una mujer poderosa, conocedora de los problemas de México, y con una visión de gobierno. 

Además, Sheinbaum aprovecha el legado y la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Andrés Manuel ha pasado de debatir con los liderazgos locales a debatir con los líderes regionales de América Latina e Hispanoamérica.

De hecho, las posiciones políticas de Andrés Manuel López Obrador se han vuelto una referencia en el mundo occidental para las distintas fuerzas de izquierda.

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Lo que es de verdad interesante es el planteamiento de los candidatos a gobiernos estatales.

En el caso de Puebla, la Plataforma Electoral de Alejandro Armenta se conduce en torno a las propuestas de Claudia Sheinbaum. Alejandro Armenta presentó la semana pasada un documento organizado en torno a los ejes de su gobierno y a las propuestas en distintos rubros. Un trabajo colectivo en el que participaron activistas, especialistas, académicos, campesinos, resultado de sesiones de trabajo.  

Su programa electoral parte de la premisa de que la conducción federal y estatal deben coordinarse para darle resultados a los poblanos, y en ejes, y programas que buscan posicionar a Puebla en el contexto nacional, a la vez que se genera riqueza y se redistribuye.

Los demás candidatos no se han molestado en presentarle a la ciudadanía un documento orgánico.

Van respondiendo de manera inercial y muchas veces con ocurrencias lo cual disminuye el nivel de la campaña.

La tentación de que la campaña se vuelva un ring. es un canto de las sirenas que lleva a un callejón sin salida.

Esta tentación a nada abona a la democracia en Puebla, ante la violencia y la falta de seguridad, que se hacen sentir en distintas regiones y espacios poblanos.

En el nivel municipal, los candidatos postulados por la izquierda adolecen de programas claros, de propuestas progresistas o de propuestas alineadas con el programa de Claudia Sheinbaum o con la Plataforma de la Coalición izquierdista.

Los candidatos municipales reciclan propuestas de los manuales de gobernanzas neoliberal, nomás que traen chalequito guinda.

Es más, a una semana de campaña, no hay ningún candidato a presidente municipal de la coalición progresista que haya presentado de manera orgánica su plataforma de campaña.

Los candidatos de la coalición de izquierda han asomado propuestas, algunas interesantes. La candidata municipal a San Pedro Cholula, Tonantzin Fernández presentó una docena de propuestas municipales. Pero el candidato José Chedraui de la ciudad de Puebla no ha presentado su plataforma de gobierno.

En esta primera semana de campaña han aparecido a cuentagotas propuestas de los candidatos de Morena a las presidencias municipales.

Desde mi perspectiva, lo que debe prevalecer en las campañas es la propuesta, que los candidatos le informen a los ciudadanos, qué quieren hacer, cómo lo quieren hacer, con quién lo quieren hacer y porqué lo quieren hacer.

En un ambiente hostil y de violencia, lo mejor que puede suceder en una campaña es que se transforme en un espacio de aprendizaje de la democracia.

Las elecciones no son “batallas electorales”, ni tampoco son guerras de “estructuras”. Ni se resuelven con la intervención de algún “gran Elector”, Eso es lo más alejado a la democracia. Pertenece al pasado.

Las elecciones son espacios para que la gente seleccione opciones políticas que normen la vida pública.   

El debate de este domingo no modifica tendencias.

Los claudistas seguirán respaldando a Claudia.

Los seguidores de Xóchitl Gálvez lo seguirán haciendo.

Los operadores de redes sociales van a seguir haciendo el “acarreo digital”.

Y la gente, mantendrá esa percepción de que la política le pertenece a las élites. Ese ha sido el triunfo de la Cuarta Transformación, que la política le pertenezca al pueblo no a unos pocos privilegiados.

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