Por Miguel Ángel García Muñoz
En la antigua Grecia, 4 siglos antes de Jesucristo, los cínicos integraban una secta filosófica presuntuosa de su franqueza, su excelencia moral, la autosuficiencia y la libertad.
Representaban en sátiras teatrales su desprecio por la corrupción y los vicios de la sociedad griega, adoptando una actitud irreverente.
El primer cínico fue Diógenes de Sinope. Extrovertido al máximo, labraba verdades sin temor ni favoritismo, argumentando que una vida exitosa es una vida virtuosa, vivida de acuerdo con la naturaleza y este tipo de vida solo requiere de las necesidades más básicas. Se declaró un ciudadano cosmopolita y cuando conoció a Alejandro Magno escuchó de él: “¿Hay algo que pueda concederte, lo que sea?”, el filósofo le respondió: “Puedes hacerte a un lado y dejar de bloquear la luz del sol”. La respuesta, señala en sus escritos el biógrafo, historiador y sacerdote Plutarco, dejó tan impresionado al príncipe macedonio que sentenció: “Si no fuera Alejandro, desearía ser Diógenes”.
Nunca recomendó vivir como él, únicamente quería mostrar que la felicidad y la independencia eran posibles, incluso, en circunstancias reducidas.
Actualmente, los cínicos ya no son como antes. La Real Academia Española los describe como personas mentirosas, descaradas, impúdicas y procaces, entre otros calificativos.
Eso son Eduardo Rivera y Genoveva Huerta. Forman parte de la fila de los falsarios e hipócritas. Se han reconciliado en defensa de sus intereses propios.
Miren lo que dijo la ex líder estatal del PAN después de la derrota electoral: “El séquito que encabezan Eduardo Rivera Pérez y Mario Riestra, administraron el PAN durante 3 años de mala forma, por lo que sería un infortunio que volviera a caer en sus manos”.
En 2021, Genoveva operó desde las entrañas panistas para que Lalo no consiguiera la candidatura a la gubernatura de Puebla, fracasando en el intento, orillándole, por si las dudas, a estrecharle la mano en noviembre de 2023, cuando el toluqueño fue elegido para enfrentar a Alejandro Armenta en la elección constitucional de 2024, en la que terminó apabullado.
Genoveva, otra vez modificó su criterio: “Eduardo Rivera y la actual dirigencia secuestrada por El Yunque, provocaron un retroceso de 25 años. El 2 de junio ni las placas anotamos”.
Sin embargo, luego de la visita de Jorge Romero, la ficha que utilizará Marko Cortés como su relevo en la dirigencia panista, saltó otra vez Genoveva con un discurso diferente: “Los resultados obtenidos en la elección del pasado 2 de junio son responsabilidad de la líder estatal del PAN, Augusta Díaz de Rivera Hernández y no de Eduardo Rivera”.
Genoveva y Lalo, muy orondos, posaron para la foto que recuerda su hipocresía y arribismo.
Mentira vil, sumándose Nancy de la Sierra, que ya no se sabe si es priista, panista, perredista o de convergencia. Da igual cuando no hay principios ni convicciones ni decencia.
Lalo, fue el candidato; Augusta, con su ineptitud a cuestas, fue su marioneta.
Dios los cría y ellos se juntan.
Hoy, Lalo y Genoveva son cómplices en aras de resguardar sus ambiciones. El primero, se quedará con la dirigencia a través de un incondicional con la complacencia de Jorge Romero; la segunda, con la secretaría general.
El ex alcalde sabe que el PAN puede ser su salvación para no ser investigado por el hoyo financiero de 680 millones de pesos en el ayuntamiento y podría ser el arma negociadora, como sucedió con Rafael Moreno Valle, quien accedió a perdonar a Lalo en 2017 por un socavón de 411 millones y 12 años de inhabilitación del servicio público.
Bueno, eso es lo que cree.
Habrá que ver.
POSDATA: Cínico, del griego Kynikós, quiere decir “parecido a un perro”.
POSDATA 2: Los perros son leales y agradecidos; nada que ver con los malagradecidos y cínicos modernos.
POSDATA 3: Tanto critica el PAN la falta de democracia de otros partidos y sus líderes son el hazmerreír al ser elegidos por la dedocracia.