Los retos de la supermayoría 

Isaac Palestina

@IsaacPalestinaD

Se confirmó la asignación de curules y escaños que dan la mayoría calificada en el Congreso de la Unión al movimiento de regeneración Nacional (Morena) y compañía. La conclusión sobre el principio de sobre representatividad previsto en el artículo 54 constitucional es que está diseñado para un sistema multipartidista y no para uno de dos grandes coaliciones que lo acercan más a un bipartidismo. Situación que hace más que evidente la necesidad de una reforma electoral, porque admitamoslo, algo está cambiando en México. 

Morena, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) obtuvieron el 73% de curules en la Cámara de Diputados, con lo que superan la mayoría calificada (dos terceras partes) necesaria para modificar la Constitución. 

En el Senado de la República, la coalición Juntos Haremos Historia obtuvo 83 escaños, 60 de Morena, 14 del PVEM y 9 del PT, es decir, requiere solo 3 votos de la oposición para lograr la mayoría calificada necesaria para reformas constitucionales. 

Votos que obtendrá con priistas como Néstor Camarillo, o panistas como Mauricio Vila Dosal, o bien los únicos (y últimos) dos perredistas José Sabino Herrera Dagbug y Araceli Saucedo Reyes; todos los anteriores son personajes señalados por estar a un paso de integrarse a las filas de la Cuarta Transformación (4T).

Además, los partidos de la 4T ganaron la mayoría en 27 de 32 legislaturas locales, es decir, cuentan con más de la mayoría absoluta (mitad más una) para la aprobación de cualquier reforma constitucional. 

En fin, Morena logró una victoria inaudita en el sistema político mexicano, rompió la regla del gobierno dividido y de cuotas, prebendas y componendas del viejo régimen del PRI, PAN y PRD.

La oposición anunció que acudirá al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), sin embargo, estas acciones no prosperarán pues la autoridad electoral aplicó la distribución de diputados y senadores como lo ha hecho históricamente, es decir, como también le benefició con mayorías al PRI, PAN y PRD. 

Tener una mayoría de esta magnitud más que ser un atajo o un pase libre para “aplanar” a las minorías, –y no me refiero a las castas burocráticas del congreso de la unión, PRI, PAN y lo queda de PRD– es una oportunidad para construir un nuevo pacto social en el que se coloque en el centro combatir la desigualdad, garantizar más derechos sociales, recuperar la rectoría del estado en la economía para construir un régimen de paz y bienestar.

En la lista de reformas estructurales debemos pugnar por una reforma fiscal que aumente los impuestos de manera ascendente, una reforma a la cláusula federal para que los estados y, sobre todo, los municipios cobren más impuestos; así como reformas a la fiscalías de los estados y los 32 poderes judiciales. Una mayoría de estas dimensiones que no se ejerza con responsabilidad más que una oportunidad de continuidad y consolidación puede convertirse en la pérdida moral del partido, y en consecuencia, en una derrota electoral para 2027 y 2030.

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