A mediados del mes de enero y después de la detención de Guillermo “Billy” Álvarez por los fraudes al frente del equipo de fútbol Cruz Azul, trascendió que el ex rector de la BUAP Alfonso Esparza Ortiz sigue bajo investigación de la Fiscalía General de la República (FGR).
Los cargos que se le imputan al académico son fraude, lavado de dinero, operaciones con facturas falsas, abuso de autoridad y tráfico de influencias.
En especial se investiga el desvío de 470 millones que realizó utilizando como pretexto al equipo Lobos.
En esas maniobras Esparza contó con la colaboración de María Isabel Martínez Hermoso y Rodolfo Zepeda Memije. Por supuesto la FGR no revela mayores datos sobre las pesquisas.
Hace unos días Fidel Teomitzi Sánchez, encargado de despacho de la Auditoría Superior del Estado (ASE), declaró que continúan revisando más de 80 pliegos de observaciones a la Benemérita institución.
El funcionario agregó que en la revisión también participa la Auditoría Superior de la Federación.
Se debe puntualizar que esa labor es muy aparte de las carpetas que ya tiene en proceso la Fiscalía General de la República.
Teomitzi señaló que están bajo análisis los recursos vertidos en la partida U-006 y en los apoyos extraordinarios que se entregaban a los trabajadores.
El monto bajo observación asciende a 109 millones de pesos.
Para la perspectiva de Cúpula el gran delito de Alfonso Esparza es que permitió que la corrupción se extendiera dentro de la vida universitaria.
El ex rector encabezó las grandes operaciones financieras; hizo mal uso de cantidades que rebasan los cientos de millones de pesos.
Su enjuague debe entenderse como una macro corrupción, sin embargo en las facultades y escuelas permitió que surgiera una micro corrupción; la de los directivos que piden una cantidad a los profesores para ayudarlos a obtener la definitividad; catedráticos que piden cierta cantidad a los alumnos para pasar una materia o la docente que ofrece pasar una asignatura siempre que tomen el curso de regularización que imparte en su domicilio.
Con Esparza la macro corrupción fue salvaje, pero a la par toleró e incluso protegió los actos de micro corrupción,como por ejemplo los viajes internacionales que pedía la ex directora del campus Tehuacán Mariana Vaquero.
Ese fue el gran delito de Esparza, corromper, envilecer la institución poblana más noble y la que tiene la responsabilidad más alta, formar a las futuras generaciones.
Hoy la rectora María Lilia Cedillo Ramírez realiza un gran esfuerzo para depurar y sanear facultades y campus de la contaminación que permeó durante años.
Tal vez por esa razón llegó la andanada de denuestos que pretenden empañar la vida universitaria, pero sobre todo que buscan impedir la reelección de la doctora.
El gobernador Alejandro Armenta señaló a Antorcha Campesina como uno de los grupos que están agitando las aguas dentro de la BUAP.
Pero también hay agentes internos que quieren influir en la próxima rectoría que se conducirá de 2025 a 2029.
Como ella lo ha dicho, la rectora responderá con la tenacidad de una maratonista y no permitirá que se devalúe la estabilidad de una de las universidades con mayor prestigio en el país.
La herencia que dejó Alfonso Esparza Ortiz no solo es el desfalco millonario, también está en grupos de docentes corrompidos.
Solo una persona con la solvencia moral y académica de Cedillo Ramírez puede llevar a la institución a recuperar la estabilidad que merece.
Como siempre quedo a sus órdenes.
X @CupulaPuebla