Las cosas en materia de inseguridad y violencia comienzan a rebasar a las autoridades en Puebla, lo cual debe de ser motivo de autocrítica, para que en la recta final de las administraciones municipales y de la estatal, se busque hacer algo, porque la situación que va a heredar el nuevo gobernador, Alejandro Armenta, no es nada halagador.
Debemos de partir que Puebla no es una isla, sin duda, la entidad comienza a padecer la falta de acción del gobierno federal y su política de abrazos y no balazos, basta ver todo lo que ha ocurrido durante las últimas dos semanas en Culiacán, para ver la descomposición del país.
La violencia se ha extendido a otras entidades como Sonora en el norte del país y así otros estados, pero, Puebla al menos no registraba eventos como los que hemos visto en las últimas semanas, en donde la constante ha sido, los autos quemados con restos humanos en el interior de las unidades.
La situación es complicada porque ciertamente las autoridades municipales han bajado la guardia, pues están a 24 días de que concluyan las actuales administraciones y difícilmente ya, los actuales ediles, van a querer hacerse cargo de la situación.
A Puebla en nada le ha beneficiado el tema del cambio de las administraciones municipales y el periodo tan largo que ha sucedido de la elección del pasado 2 de junio y la entrada en funciones de los nuevos ediles el próximo 15 de octubre.
Pero, el punto medular de todo esto, tiene que ver con la forma en que el estado se ha descompuesto en la materia, desde la administración estatal, que encabezó Rafael Moreno Valle, en donde el robo de combustible (huachicol) proliferó en varios puntos de la entidad.
Las cosas se complicaron más con la llegada de los chiapanecos a Puebla y la llegada a la entidad del cártel de Jalisco la Nueva Generación, quien puso en marcha en la entidad, su operativo llamado “barredora”, una purga de grupos rivales, que ha calentado el ambiente en la entidad, con los enfrentamientos y levantones que han tenido su clímax en este año, en donde al menos se registran ya, más de 9 eventos de este tipo, con el saldo de al menos 47 personas ejecutadas y desmembradas, en diferentes puntos de la capital y de la zona conurbada.
Hace unos días lo consignaba en este mismo espacio, vaya herencia que recibirá en esta materia, el nuevo gobernador, Alejandro Armenta Mier quien ya anunció que será un militar de alto rango, quien se haga cargo de la Secretaría de Seguridad Pública en la entidad y quien no va a tener nada fáciles las cosas, para pacificar a la entidad.
Puebla está en medio de una espiral de violencia en donde las ejecuciones y levantones, al estilo de entidades como Sinaloa, Zacatecas y Veracruz, son parte de cada semana, algo a lo cual los poblanos no nos debemos de acostumbrar y mucho menos de normalizar.
Alejandro Armenta va a tener que hacer frente a la delincuencia organizada con todo el poder del estado, en caso contrario, Puebla corre el riesgo de convertirse en una plaza más que es tomada por la delincuencia, la cual ya controla una buena parte del país.
Durante muchos años, Puebla se jactó de ser una plaza tranquila, tanto así que incluso las familias de los propios cárteles venían a vivir aquí, porque era una especie de “santuario”, un lugar respetado hasta por los propios grupos de la delincuencia organizada.
Vaya reto que van a tener que enfrentar las nuevas autoridades municipales y el nuevo gobernador, en una Puebla que se encuentra en plena descomposición y quien no lo quiera ver, será porque quizá va a tener que ir al oculista.
Panistas se pelean por los despojos del albiazul. El panismo poblano está en una grave crisis institucional y difícilmente va a poder superar esta etapa.
Lejos de entender que solo en unidad, Acción Nacional tiene una opción de poder pelear en el 2027, los panistas poblanos parecen estar dispuestos a destrozarse y llegar hasta las últimas consecuencias para quedarse con lo poco que aún queda de este partido.
El bloque conformado por el aun edil de San Andrés Cholula, Mundo Tlatehui, la ex diputada local, Mónica Rodríguez y el diputado, Rafael Micalco Méndez tiene razón en demandar que el CEN convoque ya a la renovación de la dirigencia estatal en Puebla, así como también en que debe de haber una consulta abierta a los ciudadanos, pero no le debe de hacer el juego a Morena en el tema de dividirse.
Por su parte, el ex edil y ex candidato a la gubernatura, Eduardo Rivera y su grupo, deben de entender que no es sano tratar de comerse todo el pastel, so pena de provocar una división al interior de este partido, lo cual sería fatal, porque también sería hacerle el juego a Morena.
La ruta de la destrucción del panismo estriba en si ambos grupos, se obcecan en no negociar y en tratar de destruirse, razón por la cual, tal vez sea lo mejor, optar por una tercera opción, por un tercero en discordia.