Por Manuel CARMONA
Corren, brincan, cantan, bailan, mascan chicle, hacen comedia, saludan y se ríen con todo el mundo, usan apodos, reviven dichos, acuñan nuevas frases publicitarias, se toman selfies cada cinco minutos, etc. en síntesis: los candidatos a jueces, magistrados y Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación inundan y son los nuevos dueños del espacio en todas las plataformas de la redes sociales que hoy conocemos.
Este es el saldo de la primera semana de campañas que inició el pasado domingo 30 de marzo en todo el país, todo un festival de ocurrencias que nos ha tocado presenciar desde esa fecha, por parte de 3 mil 441 aspirantes a ocupar los 881 lugares que se renovarán en el Poder Judicial Federal de todo el país.
Si pudiéramos resumir en una frase todo lo que nos ha tocado ver en este lapso sería la expresada por el escritor estadounidense Robert Green en su emblemática obra titulada Las 48 Leyes del Poder, la ley número seis que reza: “Hay que llamar la atención a cualquier precio” y un buen número de candidatos así lo entendieron y lo lograron, unos con mejores resultados que otros, pero el caso es que esto ha generado un espectáculo grotesco nunca antes visto en México.
No niego que era una asignatura pendiente del Estado revisar los procesos inherentes a la administración de justicia en México. No niego que existían fallas en cuanto a la organización interna de los tribunales. Prácticas de nepotismo, de corrupción , rezagos y un anhelo permanente de la sociedad en cuanto a humanizar el trabajo en los tribunales y de ausencia de vinculación entre esa élite de doctos del derecho con el ciudadano de a pie.
Era importante, necesario y ya inaplazable reestructurar al Poder Judicial, pero el de los estados, no el Poder Judicial Federal que era el que mejor venía funcionando, sin que eso signifique que fuera perfecto. Pero demolerlo, refundarlo y DEMOCRATIZARLO? Eso definitivamente es un grave error y el tiempo nos lo restregará en la cara, pero para entonces ya habremos pagado como sociedad un costo muy alto, por el nivel de indefensión en el que nos hemos ido hundiendo sin que nos hayamos dado cuenta.
Lo que hemos visto tan solo en el curso de una semana apenas es una muestra de la banalización de la justicia que viene.
Lo que hemos visto en unos cuantos días entre los miles de aspirantes a jueces, que NO HAY EXPERIENCIA, QUE NO HAY CONOCIMIENTO JURIDICO, NI CLARIDAD EN LA FORMA EN QUE PRETENDEN MEJORAR LA CALIDAD EN LA IMPARTICIÓN DE LA JUSTICIA, por eso recurren y descansan en la frivolidad, en el chiste y en el populismo judicial: prometer, prometer y prometer sin límite ni restricción.
Lo que hemos visto en estos días es un espectáculo deplorable. No nos ha caído todavía el veinte que la democracia solo es un mecanismo de elección, PERO NO ES UNA SOLUCION EN SI MISMA. Si eso fuera el Poder Ejecutivo en los tres órdenes (municipal, estatal y federal) funcionaría a la perfección y todos sabemos que no es así.
Presidentes de la República, Gobernadores, Presidentes Municipales, Diputados y Senadores se eligen democráticamente desde hace más de 100 años que se promulgó la Constitución de 1917 actualmente en vigor y no hemos tenido los mejores resultados que digamos, sino todo lo contrario.
Entonces porqué la salida fácil, simplista y producto de un arrebato? Promover la DEMOCRATIZACION del Poder Judicial no tiene sentido, ni fundamento alguno, sin embargo el proceso ya está en marcha.
No obstante no se puede dejar de señalar que el pueblo no necesita jueces que sepan bailar Tik Tok y tengan la gracia de un standupero.
El pueblo no necesita más youtubers y nuevos influencers ahora de toga.
El pueblo no necesita una nueva generación de juzgadores avezados en el uso del marketing y en las artes de ganar elecciones.
Lo que el país realmente necesita son nuevos y mejores guardianes de la Constitución y de sus leyes secundarias.
Un juez no debería de hacer campaña, ni prometer, ni estar expuesto al reflector. La función jurisdiccional está vinculada al estudio, al razonamiento y a resolver las controversias entre los gobernados en el marco de la ley.
Si los nuevos juzgadores dependerán del aplauso para llegar y luego para mantenerse en sus cargos, entonces los ciudadanos quedaremos en completo estado de indefensión y desgraciadamente no nos hemos dado cuenta.
- El autor es abogado, escritor y analista político.