El narrador y ensayista José de la Colina vivió con un solo credo: el arte.
«He vivido respirando el aire de las imprentas y de los libros. Esa ha sido mi universidad», afirmaba el escritor y periodista.
Su fallecimiento, ocurrido este lunes, fue confirmado por la Secretaría de Cultura.
Con más de medio siglo de oficio a cuestas, De la Colina (Santander, España, 1934) escribió en publicaciones como Plural, Vuelta, Sábado y la Revista Mexicana de Literatura.
«El placer de la literatura está en la escritura misma, siempre me dan un poco de risa los escritores que hablan del terror a la página en blanco. Nunca he tenido ese problema», advirtió.
Llegó a decir que el oficio periodístico le robó tiempo para la creación, pero lo hizo «escribir de verdad y con asiduidad».
Lector precoz, De la Colina aprendió a leer a los tres años. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) él y su hermano fueron acogidos por familias francesas y belgas, mientras su padre combatía en el frente para luego ser enviado a un campo de concentración, y su madre, creyéndose viuda, trabajaba en Francia.
Aunque nació en España, su familia llegó a México en 1940 y tenía la nacionalidad mexicana.
Obtuvo, entre otros galardones, el Premio Xavier Villaurrutia y el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en 2005.