El sello de Armenta

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Los nombramientos del gobernador electo, Alejandro Armenta Mier, traen varios mensajes: inclusión, igualdad, representatividad y la conformación de una nueva generación de políticos.

Una nueva clase política, por así decirlo.

¿Cuál es la razón de ser tan incluyente?

Quizá tiene mucho que ver con su perfil administrativo, como formación académica, pero también por su recorrido en la política partidista y en la administración pública. A sus escasos 23 años fue presidente municipal en Acatzingo; participó desde muy joven en temas partidistas. Ya fue funcionario municipal y estatal. Secretario de Desarrollo Social, director del DIF, diputado local, federal, funcionario a nivel federal sin olvidar que coordinó campañas estatales.

Tiene un background no sólo de lo que vivió, sino lo que observó, conoció lo que otros hicieron bien, así como los errores en los que incurrieron; vio cómo algunos llegaron a la cúspide, pero también cómo se desmoronaron por soberbia.

Esa experiencia le dio más visión para conformar a su equipo de colaboradores.

Sin que suene a discurso armado, pero es que es verdad, el próximo mandatario tiene más de 30 años en la política y conoce a todos: empresarios, líderes sociales, grupos políticos, asociaciones religiosas, clérigos, periodistas, asociaciones civiles, boleros, vendedores de periódicos, ganaderos, campesinos, presidentes de colonias, grupos vulnerables, entre otros.

Ha recorrido varias veces el estado, ya sea como funcionario estatal o federal o como diputado o senador de la República o como precandidato y candidato de Morena a la gubernatura, como ocurrió recientemente.   

Sólo Melquiades Morales tenía esa virtud de, no sólo ser tan conocido, si no de haber convivido con tanta gente de diferentes sectores, tan variopinta. No es fácil, nada fácil, porque Puebla como entidad es tan compleja, no piensan igual los de la capital a los de Atlixco, a los de Izúcar o los de Tehuacán. Son tan distintos los de la Sierra Norte como Huauchinango como los de Teziutlán. Convencerlos, disuadirlos, conquistarlos tiene su chiste.

Ahí es donde está la respuesta de por qué ganó la candidatura el 10 de noviembre del año pasado con la encuesta en Morena, porque era un trabajo de muchísimos años y porque no se le subió el cargo ni el encargo, pues cuentan algunos de sus colaboradores que no hubo tiempo para festejos, se puso a trabajar inmediatamente para la campaña constitucional.

Lo mismo ocurrió cuando arrasó en las urnas el pasado dos de junio: no se fue a descansar. Ni siquiera porque le habían operado un pie.

Le dio su lugar a Sergio Salomón Céspedes Peregrina como mandatario en funciones, de hecho, es histórico este proceso entrega-recepción, ya que no ha habido chispas ni codazos ni golpes bajo la mesa, como en otros años, al menos así ha quedado demostrado ante la opinión pública.

Ahí es la base para interpretar por qué ha anunciado mayormente jóvenes y mujeres en su próximo equipo de trabajo, porque ha medido a cada uno de sus próximos colaboradores. Y todo tendría que ver con su experiencia.

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