El 2 de abril fue el “día de la liberación”, según el presidente Donald Trump, lo que provocó un desastre económico a escala global. Al hacer pública la lista de aranceles que el gobierno de los Estados Unidos aplicaría a unos 65 países, los mercados de valores de todo el mundo cayeron de manera abrupta y sus monedas se debilitaron.
Ese día esperábamos que Trump le impusiera nuevos aranceles a México y Canadá, lo que no ocurrió. Nunca sabremos si se trató de una decisión unilateral del excéntrico presidente norteamericano o es consecuencia de la estrategia de negociación ejecutada por el gobierno mexicano y el canadiense.
Algunos especulan que los aranceles reservados a los miembros del T-MEC serán parte de un nuevo anuncio cuyos efectos acabarán con el tratado comercial de América del Norte. Otros consideran que las economías de los 3 países están tan integradas que ni la convicción aislacionista de Trump puede romper esos lazos sin ocasionar una catástrofe al interior de los Estados Unidos.
Para sorpresa de todos, el jueves 3 de abril el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) subió con respecto al día anterior, a contrapelo de lo que ocurría con el resto de los mercados en el mundo. Incluso el peso se apreció hasta cotizase por debajo de los 20 pesos por dólar. La mañana del viernes 4 de abril buscábamos explicaciones ante una inusual fortaleza económica de México. Al final de la jornada del mismo viernes el IPC cerró con una pérdida superior al 4 por ciento y el tipo de cambio se había devaluado hasta los 20.46 pesos por dólar. Lo ocurrido el jueves nos hizo soñar, la realidad nos alcanzó al día siguiente.
El lunes 7 de abril los mercados internacionales están a la baja, incluyendo el mexicano. Lo que parecería indicar que el mundo se enfila a tiempos complicados como consecuencia de un problema ocasionado por el presidente Trump.
¿Podemos determinar la situación económica a partir del comportamiento de los mercados financieros? En una parte sí porque los mercados tienen información, construyen sus expectativas y toman decisiones con base en esa información.
En este momento el país atraviesa una situación de debilidad en diversos indicadores. La economía no crece, el gobierno no recauda lo suficiente para financiar su presupuesto, la capacidad crediticia del país se está debilitando (contratar deuda es cada vez más caro), no llega suficiente inversión productiva nacional ni extranjera, el sector de exportaciones está siendo atacado, el mercado interno se debilita, y los factores del entorno como el sistema de justicia o la estabilidad de las reglas económicas frenan la inversión.
El reforzamiento anunciado por la presidenta Sheinbaum del Plan México es una buena noticia, pero nadie sabe como se va a financiar. Si en verdad hay manera de que el país obtenga los recursos para impulsar inversiones en energía e infraestructura, México tiene manera de evitar una inminente crisis económica. Hay quien habla de líneas de crédito de instituciones financieras internacionales, hasta el momento no hay nada nuevo reportado en los portales del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial.
Los datos indican que México no correrá mejor suerte que otros países a menos que la presidenta en verdad tenga un as bajo la manga, ojalá.
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