Más allá de los festejos patrios, es crucial aprovechar estos momentos para reflexionar sobre nuestra identidad nacional y el papel que la historia desempeña en la construcción del país.
En el marco de las celebraciones patrias, Juan Pablo Aranda Vargas, Director del Departamento de Formación Humanista, y el Mtro. Juan Carlos Espina Von Roehrich, profesor del mismo departamento de la UPAEP, subrayaron la relevancia de la historia como herramienta fundamental para la transformación de la sociedad mexicana.
Los académicos enfatizaron que, más allá de los festejos patrios, es crucial aprovechar estos momentos para reflexionar sobre nuestra identidad nacional y el papel que la historia desempeña en la construcción del país.
Espina Von Roehrich destacó que las celebraciones patrias refuerzan el sentido de pertenencia y la identidad nacional, pero también representan una oportunidad para analizar los procesos históricos que nos han moldeado como sociedad. Según él, «la historia no debe verse solo como un ejercicio de memorización de fechas y personajes, sino como un análisis profundo de los procesos que nos han formado». Asimismo, sugirió alejarse de las narrativas simplistas y polarizadas, evitando mitificar o demonizar a los actores históricos.
En la UPAEP, el área de formación humanista busca abrir espacios de reflexión sobre la identidad mexicana, particularmente a través de asignaturas como «Persona e Identidad Mexicana». El objetivo es que los estudiantes comprendan no solo el pasado, sino cómo este ha influido en el presente, ayudando a reconciliarse con una historia compleja y, a veces, conflictiva. Juan Carlos Espina puntualizó: «Es importante que dejemos de cargar con traumas y complejos del pasado que no nos pertenecen y que, en cambio, usemos la historia como un medio para proyectar un futuro mejor».
Por su parte, Juan Pablo Aranda Vargas añadió que el conocimiento histórico debe estar basado en un análisis académico riguroso, y no en narrativas manipuladas para fines políticos. Expresó preocupación por el uso distorsionado de la historia con el fin de legitimar ideologías o grupos de poder.
Para Aranda Vargas, «la historia de México es una construcción colectiva y no pertenece a ninguna facción o grupo específico. Es un esfuerzo de muchos actores que, a lo largo de nuestra historia, han trabajado por el bienestar del país».
Ambos coincidieron en que uno de los mayores desafíos que enfrenta México es la crisis en la educación básica, particularmente en la enseñanza de la historia. Aranda subrayó que la falta de una formación sólida en este campo genera ciudadanos que no comprenden los procesos que han llevado al país a su situación actual. «La educación básica está en crisis, y esto afecta la capacidad de los estudiantes para entender el presente y proyectar el futuro», afirmó el académico.
Los académicos hicieron un llamado a los ciudadanos a utilizar las fiestas patrias no solo como un momento de celebración, sino también como una oportunidad para reflexionar sobre el pasado, comprender el presente y trabajar en conjunto para construir un futuro más equitativo y justo para todos.
Juan Carlos Espina señaló que «estamos viviendo momentos definitorios», y subraya que las decisiones que se tomen hoy tendrán un impacto profundo en el futuro del país. «Lo que estamos viviendo ahora no es un discurso vacío, estamos ante una disyuntiva entre mejorar el régimen democrático o dar paso a la construcción de uno autoritario», afirma. En medio de una polarización social sin precedentes, el maestro Espina llama a la serenidad y al diálogo para evitar una mayor fragmentación en la sociedad.
Por su parte, Juan Pablo Aranda destaca el preocupante descenso en la confianza en la democracia, basándose en datos del estudio de “Latinobarómetro”, donde México ha mostrado una pérdida significativa de fe en el sistema democrático. «Pasamos de un 45% de confianza a un tercio de la población que considera la democracia como el mejor régimen», advierte, resaltando la creciente aceptación de un gobierno autoritario como alternativa viable.
Ambos académicos coinciden en que el papel de las Fiestas Patrias debería ir más allá de la celebración. Deberían ser un momento de reflexión sobre la identidad nacional, el valor de la libertad y la necesidad de fortalecer la cohesión social a través del conocimiento histórico. “Las fiestas deben recordarnos que todos somos parte de una misma nación, a pesar de nuestras diferencias”, menciona Espina, insistiendo en la importancia de construir una narrativa común que reconozca la diversidad sin generar divisiones.
En cuanto a la participación de los jóvenes en la vida cívica, Aranda subraya que una de las principales fallas ha sido el sistema educativo. «Hemos abandonado la parte formativa para concentrarnos en la profesionalización técnica, lo que ha generado generaciones de jóvenes sin un conocimiento profundo de la historia y sin herramientas para participar plenamente en la transformación de la sociedad», afirma. Este déficit formativo, añade, ha resultado en una juventud a menudo percibida como apática, cuando en realidad están buscando maneras de entender y mejorar su entorno.
Juan Carlos Espina destaca que este vacío histórico en la educación es preocupante, ya que la falta de conocimiento sobre el pasado puede convertirse en un riesgo para la cohesión social. «Nos faltan elementos que nos permitan reconocernos en nuestra identidad común, y esto puede tener consecuencias graves a largo plazo», advierte. Para revertir esta tendencia, Espina sugiere que los medios de comunicación jueguen un rol más activo en la difusión de la historia, mediante contenidos atractivos que puedan captar la atención de los jóvenes, como películas, series y podcasts.
Los académicos coinciden en que el conocimiento de la historia es esencial para la transformación de la sociedad. Las Fiestas Patrias ofrecen una oportunidad única para reflexionar sobre el pasado y el futuro de México, y para recordar que, a pesar de las diferencias, somos parte de un mismo pueblo que debe unirse en la construcción de un país más libre y democrático.
Por su parte, Espina Von Roehrich habló sobre la importancia de recuperar el valor de la lectura en formato físico y de fomentar una educación que permita a los jóvenes pensar de manera autónoma. Comentó que estamos en una época donde el libro físico se ha convertido casi en un objeto arqueológico, mientras que se prioriza el uso de dispositivos electrónicos. Sin embargo, destacó el valor que tiene la experiencia sensorial de leer un libro, olerlo y sentir sus páginas, algo que debería ser recuperado en el proceso educativo.
Ambos profesores coincidieron en la necesidad de desarrollar ciudadanos capaces de involucrarse activamente en la política y la sociedad. «Sin ciudadanos autónomos, con pensamiento crítico, no hay democracia», enfatizó Aranda Vargas. Además, señalaron que las redes sociales y el acceso a la información digital, aunque útiles, no reemplazan el profundo diálogo y reflexión que se puede lograr en espacios académicos y en la interacción con libros físicos.